La selección china, como suele ser su costumbre, no ha participado en el Mundial de Brasil 2014, pero el gigante asiático está muy presente en el campeonato gracias a sus paneles solares, que acumulan energía capaz de iluminar los 12 estadios de la competición, y, de paso, todos los centros de prensa.
Ello es resultado del contrato conseguido por el gigante
energético chino Yingli Solar, una empresa cuyo nombre ya comienza a ser
familiar en todo el mundo, aunque muchos no sepan a qué se dedica, gracias a que
aparece en la publicidad de las bandas de los partidos, tanto en este Mundial
como en el de Sudáfrica 2010.
Yingli Solar, con base en la ciudad de Baoding, cerca de
Pekín, y especializada en la fabricación de células fotovoltaicas, pagó 80
millones de dólares para que su nombre se mostrara (a ratos en inglés, pero
también en mandarín) en los 64 partidos de la pasada Copa del Mundo, durante
unos ocho minutos por encuentro.
El presidente de la firma, Miao Liansheng, fundador de la
misma en 1998, contó esta semana a la prensa oficial china que en 2010 Yingli
perdió dinero con su audaz decisión de pagar una de las publicidades más vistas
del planeta, ya que los beneficios obtenidos por la operación, de sólo 50
millones de dólares, fueron ostensiblemente menores que la inversión realizada.
Sin embargo, a la larga la firma china logró aumentar su
cuota en el mercado mundial de las células fotovoltaicas del 3 al 10 por
ciento, y ahora que exporta a mercados como EEUU, la Unión Europea, Australia o
Japón ha decidido no sólo repetir en Brasil 2014, sino además formar parte de
la organización a través de algo tan vital como la iluminación.
La firma está decidida a usar el fútbol como su principal
tarjeta de visita, ya que también patrocina la selección estadounidense de
fútbol, y también a uno de los clubes más importantes del mundo, el Bayern de
Munich.
Los chinos, grandes aficionados del balompié, siguen
estos días los partidos de Brasil hasta altas horas de la madrugada mientras se
quejan de la baja calidad de su selección nacional, pero de algo pueden estar
orgullosos: cuando vaya cayendo la tarde en la final de Maracaná y se enciendan
los focos de los mástiles, alimentados con energías renovables, el mérito será
de una empresa de su país.
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